El uso del plástico, en las cantidades alarmantes que se suscita, es un ejemplo relevante. Creado para optimizar funciones y necesidades de la vida diaria, este compuesto pasó a ser una herramienta mal administrada tanto por los fabricantes como por los usuarios. Nos ha ocurrido con más de un descubrimiento de gran proyección evolutiva. Embriagados por el logro, para nuestra comunidad se ha vuelto sencillo olvidar los criterios bajo los cuales inicia cualquier investigación y esfuerzo tecnológico: preservar el planeta y todos los tipos de vida en él presentes.
Como ya hemos referido en artículos previos, la existencia del plástico se remonta a penas al siglo anterior. Penosamente, en un tiempo muy reducido sus bondades pasaron a convertirse en amenazas para la estabilidad de nuestro ecosistema. Su producción en altas cantidades pasó a ser sinónimo de contaminación ambiental, del aire, el suelo y la tierra. No sólo la vida del hombre ingresó en una calidad inferior debido a ello, también lo hicieron múltiples especies del reino animal, entre las cuales sobresale la vida marina, al ser los océanos el receptáculo final por excelencia del plástico desechado.
Conocedores de esta realidad, muchos movimientos han empezado a preguntarse de qué manera emplear el plástico que ya existe (principalmente el de un solo uso, como las botellas PET) y cómo minimizar la dependencia con él establecida en el futuro. Cómo curarnos del desconcierto cuando nos preguntan si queremos bolsa o no en las tiendas, cómo ver con naturalidad y gratitud a quienes exponen alternativas para sustituirlo en la dinámica diaria de compras y estilos de vida.
En España existen partidarios de criterios como este que se hacen llamar plasticarianos, dedicados a sugerir opciones que ayuden a la depuración de lo creado por medio de este polímero en casas, oficinas y supermercados. En otras palabras, su labor consiste en crear una nueva realidad, que de a poco se alinee, otra vez, con la lógica de preservación de la Tierra.
Se requiere esmero e ingenio también para abordar el tema de su presencia en productos de cuidado personal, como los desodorantes, tratamientos para el cabello, pasta de dientes, cremas, lociones y esponjas. Tal vez si asumiéramos esta encomienda con entusiasmo por conocer otras formas de sobrevivir descubriríamos que la recompensa es una mejor calidad en nuestra existencia.
En la ciudad existen varias empresas dedicadas a sustituir el plástico en sus mercancías y procesos de elaboración. Para el que ya existe contamos con ECOPLÁSTICO AMBIENTAL, proyecto dedicado a la fabricación de casas, mobiliario y otros servicios por medio del reciclaje de polietileno, poliestireno y polipropileno.
Curarnos del uso desmedido de plástico requiere voluntad, pero existe, como en cada adicción, un propósito imperante: nuestro bienestar y el del entorno en el cual nos desenvolvemos.